lunes, 31 de enero de 2011

Debe ser que siempre preferí los helados

Un poco me avergüenza decirlo, pero recién ayer escuché por primera vez toda la historia del barquillero y la ruleta.

Después me sentí un poco mejor, cuando una amiga me dijo que ni siquiera sabía que en la playa vendían barquillos. Ayer fui con mi hermana y cuñado a la playa de José Ignacio para despedir el mes, la temporada y las vacaciones. Y en un momento de la tarde, cuando el mate ya se hacía desear, escuché la campana del señor de los barquillos (que rima con "El señor de los anillos") y el antojo se apoderó de mí. Quise empezar a hacer cuentas, a ver cuánto costaba cada barquillo y le pregunté a mi hermana mayor (que es bastante más atenta que yo) de a cuántas unidades se venden los barquillos.

Andrea: tirás la ruleta y ahí te dicen.
Yo: dale, ¿qué ruleta?, no me tomes el pelo, de a cuánto vienen.
Andrea: en serio, te lo juro, ahora cuando venga D le preguntás y vas a ver qué te dice. Yo me tapo la cara, no le digo nada y vas a ver que te dice lo mismo que yo.

Yo seguía convencida de que me estaba tomando el pelo pero cuando volvió D confirmó la historia de la ruleta. Igual podía ser que se hubieran puesto de acuerdo de antemano para tomarme el pelo (hasta ahí, todavía manejaba esa hipótesis). Entonces llamé al señor de los barquillos y allí vino, contento con su cilindro que en la parte superior lucía nada más y nada menos que una ruleta.

El barquillero nos contó que ahora quedó la ruleta de pura pinta, porque no se permite más la timba en la playa. El juego consistía en pagar siempre la misma cantidad de dinero: $60 pesos uruguayos y tirar la ruleta tres veces. Después se sumaban los tres números y esa era la cantidad de barquillos que el cliente se llevaba. A mi hermana le llamó mucho la atención que el gobierno hubiera censurado la ruleta por la timba pero que el departamento de bromatología no manifestara ningún tipo de objeción por el hecho de que los barquillos sean rellenados con dulce de leche proveniente de un recipiente de mostaza y vaya uno a saber qué más...


Ahora sólo se venden por docena. Y los rellenan con dulce de leche en el momento. El mate quedó contento por la nueva compañía y yo por la historia para contar.

Igual después me quedé pensando, por qué yo me entero de estas cosas ahora y mi hermana las supo toda la vida...

Será que de toda la variedad de productos que venden en la playa, al menos de esos que calman la ansiedad y llenan la pancita, siempre preferí los helados. Tanto así que un día de verano, hace muchos, muchos años escuché el cantar de "helado helado, palito bombón cassata helado" y no dudé en correr tras él. Un ratito más tarde, me encontré en los hombros de un total desconocido mientras el resto de la playa aplaudía mirándome y el sujeto sin nombre preguntándome "cómo es tu mamá". Y yo, tan chiquita no sabía nada de descripciones y lo único que le pude decir, sin saber que la estaba mandando al frente, fue "tiene la pArmanente".

Menos mal que mi mamá no tiene cirugías...

miércoles, 26 de enero de 2011

Condenada al éxito, pero ¿cómo llegar a él?

Yo sé que estoy condenada al éxito, lo sé.
Tengo todas las características de una persona exitosa, lo que me genera dudas es cómo llegar a él.

Muchas veces cuando les cuento a las personas (que me conocieron de grande), que a los 19 años me mudé a Los Angeles porque quería ser actriz de Hollywood, se ríen, se burlan, creen que estoy haciendo un chiste.

Allí aprendí que todos los mozos éramos actores (actores deseábamos ser pero éramos todos mozos).
Y que yo no me iba a diferenciar ni por ser linda, ni por ser uruguaya, ni por ser colorada, ni por ninguna otra particularidad. Y empecé a investigar por otros lados y me encontré con que había una gran demanda de intérpretes de español.

Los Angeles está lleno de latinos que no aprendieron inglés y necesitan comunicarse en consultorios médicos, en tribunales y en varios lugares con angloparlantes que no hablan español. Así fue que caí a Southern California School of Interpretation y comencé mis estudios de interpretación.

Tres clases más tarde ya sabía que esto era lo mío. Que nací para ser mediadora, para romper barreras, para pasar mensajes, para que no haya vacíos en la comunicación. Y me mudé a Buenos Aires para estudiar Traductorado.

Después de recibirme de traductora, vivir 18 años en Montevideo, un año en Iowa (sí... Iowa) 6 años en Buenos Aires, uno y medio en Los Ángeles y otro año y medio en Nueva York, y abandonar un posgrado en Interpretación, resolví que ahora me tocaba hacer un posgrado en Recursos Humanos. Vaya uno a saber por qué.

Entrevista de admisión completa, admitida a la Universidad, me voy de vacaciones y todo cambia.
Una serie de sucesos me hace replantearme este posgrado y analizar la posibilidad de volver a estudiar Interpretación. Estoy en este preciso momento atravesando una gran crisis vocacional y otra vez lejos de mi psicóloga para tratarlo como corresponde, así que lo vuelco aquí, con la esperanza de que mis queridos lectores (no me lee nadie) me ayuden y me guíen en esta travesía hacia el éxito profesional.

Amén!

viernes, 14 de enero de 2011

Volver al pasado

Hoy volví al pasado, sin máquinas para hacerlo. De un momento a otro me encontré en una peluquería que me recordaba a aquellas peluquerías antiguas a las que acompañaba a mi abuela hace más de veinte años.

Esta era así, la estructura, los colores, hasta las mujeres que atendían tenían una forma de hablar antigua y unos peinados de otro siglo. En el medio de la peluquería había unos cubos de vidrio que exponían clips para el pelo y otras pelotudeces de colores.

Hace muchos años que en mi familia todas las mujeres en verano van a "Peinados Nelly" a depilarse. Yo venía zafando pero hoy cuando me levanté y me miré las piernas descubrí que parecía un osito de peluche y no me quedó otra que visitar este desagradable lugar.

Llegué y le pregunté a la mismísima Nelly (sin saber que era ella) cuántas personas había para depilarse antes (ya que no tenía mucho tiempo). Me contestó "hay una y después estás tú sabés". Me senté a esperar y leer un poco y vi que pasó la "muchacha" que estaba antes en la lista. Pero mi sorpresa fue cuando iban llamando a depilar y llamaron a dos chicas más antes de llamarme a mí. Puse todo tipo de cara de "me están tomando el pelo" a lo que una de las mujeres del siglo pasado me contesta "es que ellas se estaban haciendo la tinta, no vayas a pensar que se están colando".

No entendí si el hecho de haber estado haciéndose la tinta hacía que no contaran en la lista o si las hacía transparentes para Nelly. El hecho es que esperé más de una hora que me atendieran. Y cuando finalmente me atienden, la mujer me apoya el aparato roll-on en la rodilla y le digo NOOOOO. Con sistema español por favor.
¿Para qué? Cualquier mujer que se haya depilado con sistema español sabe que te ponen la cera en todo el largo de la pierna y después tiran con "el palito" o con la mano. Esta lo iba haciendo de a secciones. Un poquito por acá, otro poquito por allá. En un momento hasta me dice "no te ha quedado ninguno" y cuando miro, tenía la pierna llena de pelos, le tuve que ir diciendo acá hay pelos, acá también, acá también porque no lo veía.

Finalmente le dije que no tenía más tiempo y me tuve que ir. Llegué a pensar en decirle a Nelly que no le pagaba por mentirosos y por incompetentes, pero me dio lástima y preferí no armar lío. Igual llegué a mi casa indignada con pelos y cera pegada en las piernas y de mal humor y no me quedó otra que desquitarme en mi blog.

miércoles, 12 de enero de 2011

Marcos y yo: un solo corazón

Escenario:
Sábado 8 de enero, en realidad mañana del domingo 7 am. Volviendo de bailar. Yo al volante. Novio (borracho) en el asiento del acompañante, hermana (borracha) en el asiento de atrás.

Resolvemos entre los tres que la noche merece ser sellada con un "Automac" y ahí vamos, en busca de saciar las ganas locas e irnos a dormir pipones. Para nuestra sorpresa, al llegar nos enteramos de que nuestra idea no fue nada original y nos encontramos con una cola de una cuadra de autos. Alguno de los dos borrachos espetó "estacionemos y bajemos a comprar ahí mismo". Buena idea, acordó el otro. Y bajamos, pero había más gente todavía adentro que afuera, así que mi hermana resolvió que igual en casa siempre sobra comida y que nos ahorramos la plata del combo... y nos fuimos decepcionados con el hambre que nos agujereaba el estómago...

Pero la decepción mayor ocurrió al día siguiente cuando volvimos a intentarlo. Esta vez sin ella. Dijimos no podemos terminar las vacaciones sin pasar por automac y allá fuimos una vez más, por suerte había menos autos y nos tomaron el pedido muy rápido. Pedimos un combo de nuggets con papas medianas, otras papas grandes y una botella de agua. "Con o sin gas" preguntó el chico que tomaba el pedido (que NO POSEA GAS, dijo Darian bien clarito). Antes de pagar Darian le pidió que agregara salsa barbacoa porque una semana antes él había ido y en vez le habían dado mostaza y los nuggets así no tienen sentido. El chico se disculpó y le dijo que no tenían más salsa barbacoa. Darian hizo su descarga, pero decidimos seguir adelante con el pedido. Pagamos y pasamos a la siguiente ventanilla. Tardaba más de la cuenta y nos pidieron que estacionáramos en el parking mientras tanto. Pasaron doce minutos y fui a quejarme adentro, en Mc Donald's el cliente siempre tiene la razón, ¿no?

-Hola, mirá, estoy esperando hace rato el pedido, qué pasa?
-Es que no está listo
-Bueno, qué me vas a dar a cambio, otras papas o algo?
-Ahí te lo saco
Un minuto más tarde, me da una bolsa y me voy al auto.
Abro la bolsa, abro las papas FRÍAS, abro los nuggets FRÍOS.
No entendí qué era lo que había que esperar tanto... que se enfriara la comida?

Tenía tanto mal humor que ya ni ganas de ir a pedirle que me lo cambiaran, iba pensando para adentro "qué bueno que me pase esto y saber que no tengo que volver a hacer esto de automac". Pero el colmo fue cuando abrí la botella y sentí el ruido repugnante a bebida gasificada. Con toda mi furia le fui a decir a la chica que mi agua era SIN GAS y que esto explotaba de burbujas. Y la muy caradura me mira y me dice "es que no tenemos sin gas". No entiendo para qué me preguntan o por qué no avisan en el momento de hacer el pedido, le contesté. Terminé tan enojada que tuvo que venir su superior a ofrecerme cambiar la bebida o devolverme el dinero. Y como afortunadamente no me gusta ninguna de las bebidas basura que venden en Mc Donald's, exigí que me devolvieran 40 pesos y me fui victoriosa a pesar de haber perdido el humor, la paciencia y las ganas de volver a comer en ese lugar.

Conclusión: cuando realmente tengan ganas de comer algo rico y calórico, no dejen de ir a CHIVITERÍA MARCOS que seguro no falla!


Feliz 2011 everybody!